
"Monogrande es el rey. Y Monomago su mano derecha.
Cuando Monogrande era joven, quería someter y dominar a todos los simios del grupo. Sobre todo a las hembras, madres de la vida, diosas a las que temía y respetaba.
Entonces Monogrande le pidió ayuda a Monomago. Y éste invocó una maldición: La Sed de Sangre.
Los primates del grupo enloquecieron. Follaban, gritaban, mataban, reían, saltaban.
En ese mar de destrucción y caos, Monogrande , con cierta ayuda de Monomago, creó normas, religiones, castigos, fronteras, miedos, propiedades…
Así logró reprimir la sed de sangre de los machos. Y dominarlos a todos.
Pero las hembras eran más duras. No se sometían. Seguían locas. Mataban incluso a sus crías.
Monogrande pidió ayuda de nuevo a Monomago. Éste echó otro conjuro a las monas, para saciar su sed de sangre: La menstruación."
Extraído de Mitos e Historia, de Marvin.
Imagen: Saturno devorando a sus hijos, de Goya.